PARTE 1

 

El Camino de las Escrituras

La Biblia es la regla de fe y práctica; y es suficiente tanto para lo uno como para lo otro.

 

La comisión dada por nuestro Maestro en Mateo 28:19,20, manda a la iglesia así textualmente: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” La especificación de una cosa en la ley involucra la prohibición de todo lo demás. Si lo que la iglesia ha de enseñar está especificado. o sea: “Todas las cosas que os he man­dado,” se sigue que todas las cosas que no han sido mandadas son prohibidas. También que la iglesia debe limitarse al uso exclusivo de las cosas mandadas. Así que, no hay lugar para el ejercicio de la opinión privada sino en aquello que se limite al esfuerzo por entender las cosas mandadas. Cualquier doctrina o institución que esté fuera de lo comprendido por las Escrituras es incorrecto. En II Timoteo 3:16,17 leemos:

 

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para ensefiar, para redargúir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

 

Si esto es verdad, y el disputarlo es contradecir las palabras de la inspiración. se sigue que estamos “enteramente preparados para toda buena obra.” Entonces no necesitamos inventar planes de trabajo, ya que las Escrituras nos preparan enteramente  para toda buena obra.” Si la obra que nos proponemos hacer es buena, podemos aprender todo lo relacionado con ella en las Escrituras porque “el hombre de Dios está enteramente preparado para toda buena obra.”

 

Al considerar estos pasajes nos vemos impelidos a aceptar que tiene que haber un: “Así ha dicho el Señor” para todo lo que hace­mos. No nos atrevemos a organizar una iglesia, un culto de oración, una convenciori, una asQciación, una escuela, una junta, un comité, un movimiento evangelístico, o cualquier otra cosa, sin un “así ha dicho el Señor.” porque las Escrituras “nos preparan enteramente para toda buena obra,” y debemos “guardar todas las cosas” que el Maestro nos ha mandado, ni más ni menos.

 

Toda doctrina v toda verdad debe ser probada por medio de las Escrituras. las cuales son regla suficiente de fe y práctica.  Si se permitiera que la razón y el “sentido común santificado” (por decirlo así) resolviera los asuntos de fe y práctica, siempre faltaría alguna determinación sobre la cuestión de quién es el que tenga más razón y más “sentido común santificado” para resolver el asunto, cuando hay diferencia de opiniones. Si esta cualidades humanas son las que han de determinar en cuestiones de fe y práctica es seguro que vere­mos siempre, como consecuencia, divisiones, disensiones, contencion, conflicto. Por lo tanto. dejemos que la Biblia sea la regla de fe v práctica y nuestra única dificultad se limitará al entendimiento de ella.

 

La diferencia principal entre los bautistas y los católico-romanos es que los bautistas mantienen que las Escrituras son la regla sufi­ciente de fe y práctica, mientras que los católicos niegan esto y de­mandan que la razón o el “sentido común santificado” de la iglesia, deben determinar la regla de fe y práctica.

 

Si los bautistas abandonaran este principio fundamental, no pasaría mucho tiempo sin que dejaran de ser bautistas. Estarían a mar abierto sin carta de navegación ni brújula.

 

En los siguientes capítulos examinaremos lo que las Escritura~ enseflan concerniente al Camino de la Salvación, el Bautismo, la Cena del Seflor, el Gobierno Eclesiástico, las Misiones y la Provi­dencia. Mientras examinamos la Palabra de Dios acerca de esto’ temas, recordemos que esta es la única y suficiente regla de fe ~, práctica.