CAPITULO 4

 

El Camino del Gobierno

Eclesiástico

Hay tres formas de gobierno eclesiástico: el Episcopal, el Pres­biteriano, y el Congregacional.  Episcopalismo es el gobierno por medio de obispos; Presbiterianismo es el gobierno por medio de presbíteros o predicadores; Congregacionalismo es el gobierno por la gente-una democracia pura.

 

Los bautistas son congregacionalistas. No reclaman el derecho de hacer ni de revocar leyes. pero reconocen y obedecen la ley inmuta­ble de su Rey, Jesucristo, y con la ejecución de estas leyes del Señor practican una democracia pura.

 

Los bautistas consideran las Escrituras como la única y suficiente regla de fe y práctica (II Timoteo 3:16,17). Y creen que la iglesia no tiene derecho alguno de cambiar una sola palabra de ellas sino obedecerías. Las Escrituras enserian que cada congregación es com­pletamente independiente de otra, y que la comisión fue dada a cada congregación en forma particular. Cada una es una iglesia completa en si. Y por lo tanto no es correcto hablar de “La Iglesia Bautista.” No existe tal cosa. Hay miles de iglesias bautistas, ya que cada congregación de creyentes bautizados es una iglesia, pero estas con­gregaciones no están combinadas en forma alguna como para formar una gran Iglesia Bautista. Hay muchos árboles en el bosque, pero no hay tal cosa como EL ARBOL. Cuando hablamos de los deberes y doctrinas de “la iglesia” hablamos de cualquier iglesia escritural, de la misma manera que hablamos de los deberes de “el marido” o ‘~la esposa.’ Cuando decimos “el marido” no queremos decir que hay un gran MARIDO compuesto por todos los maridos, o cuando deci­mos “la esposa” no queremos decir una gran ESPOSA compuesta de todas las esposas. Asimismo al hablar de la Comisión dada a “la iglesia,” no queremos decir una gran Iglesia Universal, sino cada congregación local. El siguiente pasaje revela la idea novotestamen­tana, Efesios 5:23: “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia.” Podríamos hablar acerca de un gran Marido Universal, una gran Esposa Universal, de la misma manera que hablar de una gran Iglesia Universal.

 

En el Nuevo Testamento aprendemos las siguientes verdades:

 

1. La congregación recibió miembros. Romanos 14:1: “Recibid al débil en la fe.” La membresía aquí es instruida a “recibir” dentro de su seno al débil en la fe. Es seguro que esta orden se da a la membresía porque la epístola es dirigida, no a los “obispos,” no “al concilio,” pero “a todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos.” Toda la iglesia, pues, debe haber recibido a los nuevos creyentes. La especificación de una cosa en la ley in­volucra la prohibición de todo lo demás. Por lo tanto, ya que toda la iglesia es mandada a “recibir,” se deduce que los pastores, “la sesión” (de la Presbiteriana), o cualquier otra cosa viola la ley de Dios cuando presumen recibir miembros. Este deber tiene que con­tinuar descansando sobre la iglesia como un cuerpo.

 

2. Las congregaciones excluían miembros de su compañerismo.

1 Corintios 5:1-5: “De cierto se oye que hay entre vosotros forni­cación . . . En el nombre de nuestro Serior Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne,” etc.

 

La iglesia tiene que estar “reunidos en uno” ~ersión Moderna) para excluir al fornicario. No había “junta de diáconos    junta de mayordomos,” o “concilio,” o grupo de “ancianos” para reunirse por allá en algún rincón del edificio y hacer este trabajo.

 

El poder de excluir involucra el poder de restituir. En II Corintios 2:6-8 vemos que este fornicario puede ser restituido a la membresía después de haberse arrepentido: “Le basta a tal persona esta repren­sión hecha por muchos; así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle,” etc.

Notamos el hecho de que Pablo dijo que esta reprensión fue hecha “por muchos”; literalmente, “por la mayoría.”  “Pleionon” e~ la palabra griega que fue usada.

 

En asuntos de ofensas personales, la persona ofendida debe primera­mente laborar para la reconciliación entre sí y el ofensor solos. Fallando esto, debe llevar testigos consigo, y en la presencia de estos, hacer otro esfuerzo para la reconciliación. Si el segundo intento falla, dice la Escritura: “Dilo a la iglesia,” y si esto falla, sigue la ex­comunión, o sea, expulsión. “Tenle por gentil y publicano” Mateo

18:16-18).

 

3. Las congregaciones elegían sus propios oficiales. Hechos 6:1-6:

“Buscad, pues, hermanos, de entre vqsotros a siete varones,” etc. “La multitud” había sido convocada y los apósto¡es instruyeron a toda la multitud a “buscar ... de entre vosotros a siete varones.” La selec­ción o elección por parte de “la multitud” fue aceptada por los apóstoles. Entonces éstos, “orando, les impusieron las manos”-les or­denaron, tal como lo hacen los bautistas en el día de hoy.

 

Hechos 14:23: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habien­do orado con ayunos, los encomendaron al Señor,” etc. El griego, del cual este pasaje es una traducción, literalmente quiere decir:  ‘~Y cuando habían elegido ancianos en cada una de las iglesias por un levantamiento de las manos.” La palabra griega usada es “cheiro­tonein,” significando el “extender la mano.” Felipe Schaff, el mo­derno historiador luterano, en su gran libro “Iglesia Apostólica,” página 501, dice:

 

“En cuanto a Presbíteros~bispos (pastores), Lucas nos in­forma (Hechos 14:23) que Pablo y Bernabé les había designado a ese oficio en las congregaciones recién fundadas, tomando la votación de la gente, y de esta manera simplemente presidieron sobre la selección. Tal, por lo menos, es el original y corriente sentido de ‘cheirotonein.’”

 

4. Las congregaciones elegían a sus propios misioneros. Hechos11:22-24: “Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor.”

 

Este hecho es expuesto claramente por J. M. Pendíeton en su “Manual Eclesiástico,” página 110:

 

“Las iglesias en tiempos apostólicos enviaron misioneros en jiras misioneras. Cuando Antioquía recibió la Palabra de Dios, la iglesia de Jerusalén ‘envió a Bernabé que fuese hasta Antio­quía.’  Hechos  11:22.  Sus labores fueron exitosas-mucha gente se agregó al Señor-y después de un tiempo la iglesia en Antioquía envió a Pablo y a Bernabé, quienes hicieron un largo viaje, realizaron mucho trabajo, regresaron e informaron a la iglesia sobre todo lo que Dios había hecho por ellos; Hechos 13:1-3; Hechos 14:26-27.  ¡Con qué respeto singular trataron estos ministros del evangelio a la iglesia que les había enviado!”

 

Cuando el Dr. Pendíeton escribió su Manual (1867) todos los bautistas estaban de acuerdo en el hecho de que las iglesias deben enviar misioneros al campo, pero hoy en día algunas disputan esta práctica apostólica.

 

La conclusión es clara. Fue a “la iglesia” que la Comisión fue dada. Y por lo tanto es deber de la congregación hacer todo lo que la Comisión ordena. La congregación es la unidad en toda la obra comprendida en la Comisión. No hay la más pequeña insinuación en el Nuevo Testamento de que haya en el mundo una autoridad que esté por encima de una congregación de discípulos bautizados. Cuan­do leemos de “ancianos que gobiernan bien,” (1 Timoteo 5:17) la traducción literal es: “ancianos que dirigen bien.” El “anciano” u obispo, que son los términos escriturales para el pastor, es un diri­gente de su rebaño, sobre el cual el Espíritu Santo le ha puesto como supervisor. Pero él dirige por la enseñanza y por el ejemplo, no por autoridad.  El ejeréer autoridad está expresamente prohibido por nuestro Maestro. Mateo 20:25,26: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no sera asi.” En 1 Pedro 5:3:

“No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.”

 

Los cuerpos Episcopales y Presbiterianos tienen hombres de autori­dad-hombres en puestos de control. El Maestro dijo: “entre voso­tros no será así.” El superintendente de misiones, tan común entre ciertos bautistas, tiene autoridad para llevar la dirección en la obra de los misioneros. El Maestro dijo: “entre vosotros no será así.” Los bautistas deben reconocer únicamente un Señor, Jesucristo, y solamente un Superintendente de Misiones, el Espíritu Santo.

 

Una iglesia evangélica puede existir con o sin oficiales. Las iglesias (Hechos 14:23) en las cuales ancianos se habían elegido existían como iglesias evangélicas antes que tuvieran ancianos, y si podían existir como iglesias evangélicas antes de tener ancianos, se sigue que si los ancianos murieran o cambiaran de residencia, las iglesias podrían existir siempre como iglesias evangélicas sin ellos. Ni ancianos ni pastores son necesarios para la existencia de una iglesia. Una iclesia es una iglesia evan2élica con o sin ellos. Asimismo con los diáconos. La iglesia en Jerusalem era una iglesia evangélica (Hechos 6) antes que fueran elegidos los diáconos. Si todos los diáconos murieran o se mudaran, ésta continuaría siendo una iglesia evangélica. Como dice Pendíeton en su Manual Eclesiástico: “Los oficiales no son necesarios para la existencia de la iglesia, pero sí, para su bienestar.”