CAPITULO 5
El Camino de la Obra Misionera
II Timoteo 3:16, 17:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, .
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra.”
¿Es una buena obra la labor misionera? Hacer esta pregunta es
contestarla. Entonces el hombre de Dios está “enteramente preparado” por las
Escrituras para esta buena obra. Todo lo que necesitamos saber y todo lo que
necesitamos hacer en la obra misionera, está necesariamente revelado en las
Escrituras si en verdad éstas nos “preparan enteramente para toda buena obra.”
La Comisión (Mateo 28:19,20) fue dada a la iglesia como tal.
Esto ya ha sido explicado claramente en las páginas anteriores. Ella es, pues,
la unidad en operaciones misioneras. Ya que la obra misionera es predicar el
evangelio a toda criatura, se sigue que la iglesia tiene que efectuar esta
predicación. Esta es la razón por la cual los hermanos de la iglesia de
Jerusalén “enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía” (Hechos 11:22), y por
qué la iglesia de Antioquía envió a Saulo y a Bernabé (Hechos 13:1-6), y
también vemos que estos misioneros regresaron e informaron de su trabajo a la
iglesia que les había enviado (Hechos 14:24-27). Los miembros particulares de
la iglesia pueden explicar el camino de la salvación a todos aquellos con
quienes lleguen a tener contacto (Hechos 8:4), y quienquiera que escuche el
mensaje de salvación debe pasárselo a otros. Apocalipsis 22:17: “Y el que oye,
diga: Ven.” Pero el único esfuerzo organizado reconocido por el Nuevo
Testamento para la obra misionera es el de las congregaciones locales de
creyentes bautizados. Esto se admite como cierto, aún siendo testigos los
mismos líderes del convencionismo. Ninguno ha pretendido siquiera mostrar
pasajes de la Escritura que respalden tales organizaciones como la Convención
Bautista del Sur o la Unión Misionera. Estas organizaciones están reconocidamente
fuera de lo comprendido por las Escrituras.
Si la Comisión
para evang¿lizar al múndo fue dada a las iglesias. es natural que las iglesias
son las únicas organizaciones autorizadas para hacer la obra misionera.
Cualquier otra organización que intente hacer este trabajo es usurpadora,
quebrantadora de leyes; no importa cuán buenas sean las intenciones que tal
organización tenga. Para ilustrar: En algunos paises hay un oficial determinado
que tiene. además de su oficio usual. la responsabilidad de recoger los impuestos.
En otros paises un oficial de diferente oficio tiene la responsabilidad de
desempeliar este trabajo. Pero no importa quién sea el que tenga esta
responsabilidad; lo importante es que él tiene una comisión del gobierno. Y
mientras él tenga esa comisión ningún otro hombre u organización tiene el
derecho de recoger impuestos. No importa si él tiene métodos inadecuados, o si
es incompetente. Sus métodos inadecuados y su incompetencia no alteran el hecho
de que él y sólo él tiene Ii autoridad, la comisión, para desempeñar esa labor.
Supóngase que algunos ciudadanos de la jurisdicción se
reunieran y organizaran una convención v eli2ieran a uno de entre ellos para
recoger los impuestos. por no estar satisfechos con la manera de proceder del
hombre que ha tenido la comisión. ¿Qué pasaría? Todo el grupo sería arrestado
por la autoridad. ¿Por qué? Porque el otro tiene la comisión, y ya sea que
trabaje de la manera que corresponde a su oficio, o no, él, solamente él tiene
la autoridad de recoger los impuestos mientras tenga en su poder la comisión.
El Señor dió a la ielesia la comisión de evangelizar el
mundo. La iglesia tiene siempre a su cargo esa comisión; v cualquier convención
o junta que pretenda hacer esta obra está en17rando a trabajar en la obra sin una comisión. y es
usurpadora. violadora de la lev divina. La obra tiene que permanecer en las
manos de las iglesias hasta que el Maestro revoque la Comisión.
Las congregaciones pueden cooperar en la evangelización del
mundo, pero deben hacerlo como iglesias. El misionero Pablo fue enviado por la
congregación en Antioquía (Hechos 13:1-6), pero las iglesias cooperaron en su
sostenimiento. II Corintios 11:7, 8: “¿Pequé vo humillándome a mi mismo, para
que vosotros fueseis enaltecidos. por cuanto os he predicado el evangelio de
Dios de balde? He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros
a vosotros.”
De esta especificación en cuanto a la manera de llevarse a
cabo el trabajo podemos aprender cómo debemos realizar la obra misionera.
Pablo fue enviado por una iglesia-solamente una. Pero fue respaldado por varias y recibió salario de ellas. Solamente una iglesia debe designar al
obr~ro, pero el sostenimiento puede venir de cuantas deseen cooperar y
contribuir. El que escribe no inventó esta forma de hacer la obra misionera;
solamente lo ha leído en el Nuevo Testamento. La única cooperación
intereclesiástica que puede ser descubierta es en el sostenimiento de la
obra. Por esta razón los bautistas
tienen asociaciones de iglesias para que éstas puedan trabajar juntas en la
obra misionera.
Efesios 3:10: “Para que la multiforme sabiduría de Dios sea
ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en
los lugares celestiales.”
La obra de dar a conocer el evangelio debe ser por lo tanto
“por medio de las iglesias.” Dios es el autor de este camino de la obra
misionera. ¿Se atreve cualquier hombre
a procurar establecer un nuevo camino?
En It Corintios 8:18, 19 leemos: “Y enviamos juntamente con
él (con Tito) al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las
iglesias; y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como
compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es
administrado por nosotros para gloria del Selior mismo, y para demostrar
vuestra buena voluntad.”
Nótese el hecho de que hay aquí un comité de las iglesias y
para las iglesias, integrado por Pablo. Tito y “el hermano cuva alabanza
se oye por todas las iglesias”; un comité de por lo menos
tres, intereclesiástíc~no solamente de una i~lesia. sino un comité integrado
por representantes de las iglesias. “designado por las iglesias.” El deber de
este comité era el de “llevar este donativo,” y “administrar” dicho donativo
“para gloria del Señor” de acuerdo con lo cual iban a “demostrar (instrucciones)
vuestra (la iglesia) buena voluntad.”
El “donativo” al cual se refiere aquí era una contribución
económica para los santos pobres en Jerusalén. Así que, vemos un comité actuando bajo las instrucciones de
iglesias cooperadoras, manejando las finanzas de iglesias en una obra benévola.
Esto es completamente diferente a una junta o un comité que
desempeña una labor de su propia iniciativa, incurriendo en gastos. actuando
sin instrucciones eclesiásticas y pidiendo luego a las iglesias que paguen las
cuentas. El comité del Nuevo Testamento fue nombrado por las iglesias, y
actuaba bajo instrucciones de las iglesias de acuerdo a como iban a “demostrar
vuestra buena voluntad.” Hasta aquí podemos actuar y no nos es licito ir más
lejos.
En ninguna parte de las Escrituras leemos de una convención
designando una junta o un comité para ningún propósito. Tal cosa es
completamente desconocida por las Escrituras y por lo tanto usurpadora, y
violadora de la ley Divina y no debe ser tolerada por las iglesias. Fue a las
iglesias que se les dió la Comisión y éstas mismas están bajo la ley de su
Maestro. Son libres e independientes dentro de los límites de la ley
novotestamentaria. No se atreven a quedar a medio camino, haciendo meros de lo
que el Nuevo Testamento ensena. Tampoco se atreven a ir más allá de lo que
está enseñado. Las Escrituras son para ellas la regla suficiente de fe y
práctica en la obra misionera de la misma manera que lo son en toda otra actividad
eclesiástica.