CAPITULO 7

 

El Camino Que Nuestros

Padres Transitaron, o Doctrina y Gobierno Eclesiástico de los Bautistas a Través de la Historia

El propósito de este capítulo es demostrar por medio de historia­dores reconocidos que las iglesias bautistas de hoy día son, en todo lo esencial, semejantes a las iglesias que nosotros afirmamos ser iglesias bautistas, que existieron a través de los siglos de la supers­tición y la ignorancia, o sea la edad media.

 

Mosheim, Tomo 1, página 92, dice: “Las iglesias en aquellos tiempos remotos, eran completamente independientes; ninguna de ellas estuvo sujeta a jurisdicción extranjera, sino que cada una era gobernada por sus propias reglas y sus propias leyes. Porque aunque a las iglesias fundadas por los apóstoles les fue otorgada cierta deferencia en que fueron con­sultadas en casos difíciles y dudosos, no tenían éstas ninguna autoridad judicial, ninguna clase de supremacía sobre las otras; ni el menor derecho de decretar leyes para ellas. Por el contrario, nada es más evidente que la perfecta igualdad que reinaba entre las iglesias primitivas.”

 

 

Si Mosheim habla la verdad, ¿dónde van a dar las afirmaciones de la Iglesia Catóhc~Romana acerca de que la iglesia romana es y siempre ha sido suprema, y que Pedro fue el primer papa, y todo eso? Mosheim era un historiador luterano y le asestó un golpe de muerte a su propia iglesia cuando usó este lenguaje, porque las iglesias luteranas no están organizadas en esta forma independiente y congregacional.

 

Gibbons, en su obra “El Imperio Romano,” Tomo 1, página 555: “Tal era la constitución templada e igual por la cual los cristianos eran gobernados por más de cien aíios después de la muerte dc los apóstoles. Cada Sociedad formaba dentro dc si una república independiente; y aunque los más distantes de estos pequefios estados mantenía un mutuo, a la vez que amistoso intercambio de cartas y comisionados, el mundo cristiano no era todavía conducido por una suprema autondad o asam bIes legislativa.”

 

Si Gibbons habla la verdad, toda sucesión episcopal o presbiteriana aquí queda interrumpida. Ni la una ni la otra puede llegar a cíen años de distancia de los apóstoles. También destruye la afirmación

 

 

de la Iglesia Católico-Romana porque no había tal organización du­rante los primeros cien años después de la muerte de los apóstoles. Durante la edad apostólica y por cien años después encontramos únicamente constitución y gobierno eclesiástico bautistas. Y cuando recordamos que el Salvador dijo que la iglesia que El comenzó con­tinuaría hasta el fin del mundo, se asegura el hecho de que ninguno de los cuerpos católico, episcopal o presbiteriano puede ser la iglesia verdadera.

 

Mosheim, página 491, dice, describiendo a los valdenses, los wiclefistas y los husitas, llamados por estos nombres a razón de su prominencia de Waldo, Russ y Wiclef, que creían:

 

“Que el reino dc Cristo o la Iglesia visible que El mismo estableció en la tierra, era una asambles de verdaderos cnstianos, y que por lo tanto debe ser inaccesible para los malvados e injustos y también separada de todas esas instituciones que la prudencia humana sugiere en oposición al progreso de la iniquidad o para corregir y reformar a los transgresores.”

 

 

Ya nadie discute que quienes en la historía se llaman valdenses, wiclefistas, husitas, etc., han existido desde los primeros siglos. Y es interesante notar que ellos creían: (1) que Cristo estableció su iglesia, (2) que la iglesia es “una asamblea,” (3) que solamente personas con­versas deben estar dentro de ella, y (4) que ellos no tenían nada que ver con “instituciones humanas que la prudencia humana sugiere.” Eran bautistas, sin duda, pero no bautistas de ninguna convencion. porque se opinían, como antes hemos apuntado, a “instituciones hu­manas que la prudencia humana sugiere.”

 

Erasmo, escribiendo acerca de estos husitas o valdenses, dice: “Los husitas renunciaron a todos los ritos y las ceremonias de la Iglesia Católica; ellos ridiculizan nuestra doctrina y nuestras prácticas en ambos sacramentos; niegan órdenes y eligen oficiales de entre el cuerpo de laicos; no reciben otra regla que la Biblia; no admiten a nadie a su comunión hasta que hayan sido sumergidos en agua o bautizados; y permiten mutuamente entre uno y Otro sin distinción o rango a llamarse hermanos y hermanas.” (Historia de los Bautistas, por Ivemy, Tomo 1, página 70.)

 

 

Erasmo era católico-romano y habla de la doctrina católica como “nuestra doctrina y nuestras prácticas.” Lo que dijo de estos husitas lo dijo como su enemigo. Notemos lo que dijo:

 

(1)    Ellos no tenían nada cn común con los católicos. pues “renun­ciaron a todos los ritos y ceremonias de la Iglesia Católica.” (2) “Niegan órdenes” y por lo tanto eran congregacionales en su gobierno.

 

(3)    No tenían “otra regla que la Biblia.” La Biblia entonces era su única regla de fe y práctica. (4) Tenían Comunión Restringida ya que “no admitían a nadie dentro de su comunión hasta que hubieran sido sumergidos en agua.

 

Si tales personas no eran bautistas, no tenemos bautistas ahora.

 

Felipe Schaff, en la revista “Baptist Quarterly Review,” (Repaso Trimestral Bautista), de julio, 1888, páginas 72-78, cita a Grebel, el gran predicador y escritor ana-bautista concerniente a lo que creían y practiban ellos. Schaff es luterano y no tiene interés en la materia más allá de su reputación como historiador eclesiástico. Re aquí lo que dice Grebel:

 

“De las Escrituras aprendemos que el bautismo declara que por la fe y la sangre de Jesucristo, nuestros pecados han sido quitados, hernos muerto al pecado y andamos en novedad de vida; que la seguridad de la salvación es por medio del bautismo interior, que es la fe, por lo tanto, el agua no puede confirmar r’i aumentar nuestra fe, como los teólogos de Wittemberg dice, ni tampoco puede salvarnos.”

 

Esta cita prueba abundantemente que los ana-bautistas primitivos estaban en armonía con los bautistas de hoy en lo concerniente al camino de salvación y el bautismo. No eran católicos ni luteranos. Este mismo extracto de las escrituras de Grebel está en contraste con la teología de Wittemberg, el cuartel principal del luteranismo. ¿Cómo serían llamados tales personas ahora si estuvieran entre nosotros? No estarían de acuerdo con los campbelistas,* (*Campbelistas~seguidores de Alejandro Campbell, quien organntó la así llamada “Iglesia de Cristo.”) se opondrían a los lutera­nos, y su doctrina sería exactamente lo contrario del catolicismo actual. ¿No es evidente que eran bautistas? Pero escuchemos más a Grebel. El dice:

 

“Para poder vivir una vida cristiana, tiene que haber un cambio en el hombre natural, quien es por naturaleza pecaminoso, y sin medicina en sí mismo con la cual pudieran ser curadas las heridas que el pecado le ha hecho . . . Cuando un hombre ha recibido la nueva vida la confiesa ante la iglesia de la cual va a ser miembro, de acuerdo con la regla de Cristo; esto es, él muestra a esa iglesia que, guiado por las Escrituras, se ha entregado a Cristo para vivir en adelante de acuerdo con Su voluntad y ensefianza.  El es entonces bauttrtádo, haciendo en esa ordenanza una confesión pública de su fe . . . En otras palabras, en bautismo él confiesa que es un pecador, pero que Cristo, por Su muerte, ha perdonado sus pecados, de manera que es tomado como justo ante el rostro de Dios.”

 

Nótese la fe y práctica de los ana-bautistas primitivos:

 

1. Ellos creían que los hombres son pecadores por naturaleza.

2.     Que los hombres no pueden sálvarse a sí mismos.

3.     Que la salvación consiste de una vida nueva.

4.     Que para llegar a ser miembo de una iglesia tiene que hacerse una confesión pública del cambio de vida.

5.     Que demuestre a la iglesia que es un hombre cambiado para que lo reciban como miembro.

6.     Que el bautismo es una confesión pública de los pecados ya perdonados.

¿Cómo se llamarían tales personas ahora? No hay sino un nombre para ellos: eran bautistas.

Había también los petro-brusianos, llamados así porque uno de los más grandes hombres de entre ellos se llamaba Pedro de Bruis. Ellos no se llamaban a sí mismos por ese nombre, pero los historiadores les han denominado así. ¿Qué creían? La Historia del Bautismo Infantil, por Wall, Tomo II, páginas 256-259, dice de la enseñanza de ellos:

 

“Es una cosa vana y una pérdida de tiempo el que usted lave a per­sonas con agua en determinado tiempo, cuando sí, puede en verdad limpiar su piel de suciedad en forma humana, pero no purgar sus almas del pecado. Pero nosotros dilatamos hasta el momento preciso de fe, y cuando una persona está en capacidad de conocer a su Dios, y creer en El, entonces sí, (no como usted dice, rebautizamos), pero le bau­tizamos.”

 

De esta declaración de la fe de ellos por Wall, aprendemos que:

1.     Los petro-brusianos rehusaban bautizar a los infantes.

2.     Que no tenían el bautismo como esencial para la salvación.

3.     Que creían en la inmersión, puesto que ellos la llamaban “lavar las personas con agua.”

4.     Negaban ser rebautizadores, ya que no tenían a los así llamados “bautismos” de otros como válidos.

 

¿Qué eran? Solamente hay una respuesta: eran bautistas.

 

Ya sean llamados montanistas, novacianos, petro-brusianos, bu-sitas, valdenses o ana-bautistas, se refiere a una misma gente. Aún hoy día los bautistas con frecuencia son llamados por los nombres de hombres como lo fueron en la antigíiedad. Bautistas del Sur son frecuentemente llamados “Gravesistas,” por la gran influencia y promi­nencia del Dr. J. R. Graves. Un número considerable de bautistas han sido llamados “Crawfordistas,” porque estaban de acuerdo con T. P. Crawford, misionero a la China, en lo relativo a sus puntos de vista hacia la obra misionera. También un numeroso grupo de bau­tistas han sido apodados “Martinistas,” porque estaban de acuerdo con el gran predicador M. T. Martín, en sus puntos de vista en cuanto a la doctrina de la seguridad del creyente en Cristo.

 

De esta manera el mundo ha persistido en llamar a los bautistas por los nombres de hombres. Siempre ha sido hecho a manera de reproche, pero los bautistas nunca se han reconocido a si mismos como seguidores de hombres. Así cuando Pedro Waldo llegó a ser bautista y se juntó con los bautistas, éstos fueron apodados valdenses. Cuando Novaciano vino a los bautistas, trayendo consigo un grupo bastante numeroso, fueron apodados novacianos. Cuando Juan Huss se hizo prominente entre ellos fueron apodados husitas, y así ha venido pasando; pero los bautistas han estado sosteniendo las mismas doctrinas y prácticas bajo todos estos nombres. Fueron llamados ana-bautistas muy a menudo porque re-bautizaban a todos los que venían a ellos, no importando por quién habían sido bautizados pre­viamente.

 

Hubo irregularidades entre esta gente primitiva, pero también hay irregularidades entre los bautistas hoy en día. Algunos de ellos rocia­ban como práctica. Si y algunos de los que llevan el nombre de bautistas hoy día practican el rociamiento. Esto es común en Ingla­terra. La independencia local de las iglesias bautistas permite a una iglesia ir muy lejos en el error y todavía llevar el nombre bautista.

 

Es un hecho que todos los que se oponían a las dominantes iglesias del estado eran llamados ana-bautistas, valdenses, etc.  De esta manera eran incluidos bajo estos nombres muchos que eran cualquier cosa menos bautistas.  Pero había verdaderos bautistas en gran número entre ellos, y los extractos que han sido copiados en este capítulo, escritos algunos por sus líderes, otros por sus enemigos, en­señan que eran bautistas en todo lo esencial.

 

Que esta conclusión es correcta se verá por las siguientes declara­ciones, hechas por historiadores reconocidos:

 

Mosheim, Siglo 14, Sec. 3, Cap. 3:

 

“Ellos (los ana-bautistas) se subdividieron en varias sectas que diferian entre sí en puntos de no poca importancia.”

 

Fisher, hablando de la insurrección de Munster y sus compañeros, dice:

 

“Bajo el nombre de ana-bautistas están incluidos diferentes tipos de doctrina y vida cristiana. Es una gran injusticia el calificarlos a todos con el fanatismo salvaje y destructivo con el cual se puede acusar a una porción de ellos” (páginas 424, 425).

 

Felipe Schaff dice:

 

“Los excesos de algunos engafiados se han atribuido a toda la denomi­nación. Ellos fueron hechos responsables de la guerra campesina y de la tragedia de Munster, aunque la mayoría de ellos eran ciudadanos pacificos y tranquilos y ellos prefirieron sufrir en lugar de cometer un hecho de violencia.” (Schaff en Quarierly Review (Repaso Trinaestral), Tomo 12, No. 43.)

 

Desde los días de Cristo hasta nuestros días ha habido defensores de la doctrina bautista y gobierno eclesiástico en cada siglo. El Señor nunca se ha quedado sin testigos fieles en el mundo. Las “puertas del infierno no han prevalecido contra la iglesia,” la cual el Gran Arquitecto prometió construir, ampliar, edificar hasta el fin del mundo.