CAPITULO 13
CONCLUSION
Con los hechos que han sido presentados en los
capítulos anteriores delante de nosotros, nos vemos obligados a la conclusión
inevitable de que las iglesias bautistas son las únicas iglesias verdaderas de
Cristo — las únicas iglesias autorizadas por El a Ilevar a cabo la comisión y
administrar las ordenanzas. En nuestros días son muchos los que harán casi
cualquier concesión a fin de que se piense de ellos como “amplios.” Cuántas
repetidas veces he oído a algún individuo que aspiraba la posición de gran
“amplitud,” comentar: “Pues no importa a cual iglesia uno pertenezca. La una es
tan buena como la otra.” Todo eso suena muy bonito, pero, ¿acaso puede ser la
verdad, a la luz de lo que hemos estudiado? ¿Qué derecho tiene cualquier hombre
de establecer una organización rival a la que el Hijo de Dios fundó, y decir
que es “igual de bueno? “ ¿Que derecho tiene cualquier hombre de decir que una
tal organización de origen humano sea “igual de bueno?” La iglesia que Jesús
fundó es muy predilecta a Su corazón. Su importancia se indica por el hecho de
que sólo a ella EI encomendó la tarea de llevar a cabo Su obra aquí en el
mundo. El hecho de que Su iglesia sea el objeto de Su tierno cariño se indica
en que. a pesar de persecuciones, guerras, tumultos, el levantamiento y caída
de naciones, el decaimiento ´ muerte de lenguas humanas, El ha preservado y
perpetuado Su iglesia. Debiera ser asunto de suma importancia a cualquier
cristiano sincero que quiere ser obediente a su Señor, la cuestión de cuál
iglesia será, a la cual va a pertenecer. Debiera desear pertenecer a la iglesia
que puede reclamar a Jesús como su Fundador y Cabeza. antes que una institución
humanamente fundada. Debiera desear identificarse con la iglesia a la cual
Jesús encomendó Sus ordenanzas, la iglesia que El ha perpetuado a través de los
siglos y que tiene bases novotestamentarias por sus doctrinas y prácticas. Este
servidor ha oído, en reuniones evangelísticas, particularmente en las del tipo
“esfuerzo unido,” a los evangelistas decir a la gente que, “únase con la
iglesia de su escogencia,” sea cualquiera que sea. Pudiera ser que algunos me
califiquen de “angosto” por el motivo de que este servidor no podría decir eso
a nadie con una conciencia limpia. A su parecer, una mera “escogencia,” que
pudiera ser por gusto, por capricho, o nada más que el mero sentimiento. no
alcanza. cuando se trate de decidir 13 cuestión de la iglesia. La pregunta que
se debiera hacer por parte de cada cristiano es “,¿Cual es la iglesia verdadera
la que Jesús fundó? ¿Cuál es la que, en cuanto a sus doctrinas y prácticas, es
enteramente bíblica? “ Es una gran cosa Ilevar a un perdido a Cristo. También
es una gran cosa Ilevar a una persona salva por el camino de obediencia
completa. Una escogencia equivocada con referencia a la iglesia por parte de un
alma recién nacida, y unirse con una iglesia cuyas doctrinas y prácticas son
antiescriturales, significa empezar en una carrera de desobediencia a Cristo que
es de por vida.
Las campañas “unidas,” en las cuales se exaltan más
los sentimientos que la verdad, y en las cuales los mandamientos de Cristo son
vendidos baratos por un poco de popularidad, son la causa de que mucha gente
entre en toda una vida de desobediencia. En tales reuniones, donde no se
predica la verdad en su entereza, la gente decide sobre la cuestión de su
afiliación eclesiástica sobre la base de, cuál es la iglesia de sus parientes,
o de sus amigos, o del evangelista, o alguna otra cosa tan sin importancia. En
verdad. puede que se decidan por cualquier influencia, menos la que más importa
- la enseñanza de la Palabra de Dios.
LOS BAUTISTAS NO PUEDEN SER CONSECUENTES AL MEZCLARSE
EN UNA ENSALADA DENOMINACIONAL PARA CELEBRAR CAMPANAS EVANGELISTICAS
UNIDAS
A fin de que una campaña unida les plazca a todos, el
evangelista debe quedarse con la boca cerrada sobre ciertas verdades. Porque si empieza a
predicar lo que dice la Palabra de Dios sobre la seguridad del creyente, sobre
el bautismo, la cena del Señor, la verdad tocante a la iglesia, etc., eso
echaría a perder la campaña unida. En una tal campana los bautistas no pueden
dar consejos apropiados a los nuevos convertidos tocante a “todas las cosas”
que Jesús mandó, sin exitar resentimientos y criticas. ¿Acaso sería correcto
participar en una campana en donde una parte de las enseñanzas plenas de la
Palabra de Dios no se quiere recibir? La verdad, la plena verdad, tal como se
enseña en la Biblia entera, sin añadir ni restar nada - es en eso que los
bautistas siempre han insistido. Y en tanto que participen en los esfuerzos
unidos, se desvían de los principios honrados a través de los tiempos. Este
servidor no quisiera dejar la falsa impresión de que los bautistas sean
egoístas, groseros, uraños, duros, o así por el estilo. Más bien, estos
debieran regocijar siempre cuando se predica a Cristo por parte de cualquier
secta o denominación. Deben regocijar por cada alma que se salva. Su espíritu
no debe ser nunca uno de hostilidad o de controversia seca. Pero ciertamente se
debe poner siempre en primer lugar su lealtad y fidelidad a Cristo y Su
Palabra. Tocante a Sus mandatos, no se puede transigir ni dar concesiones. Se
ha de observar la amonestación: “Que contendáis ardientemente (no airadamente)
por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” (Judas 3).
Mi querido lector
que me has seguido a través de las páginas de este libro, si ya eres un
cristiano, ¿eres también miembro de una iglesia novotestamentana genuina? Vale
la pena estar firme en el asunto de tu afiliación eclesiástica. No es un asunto
que afecte tu salvación, pero sí, afectará tu galardón con Dios. Jesús
enseñó que: “Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y
así enseñe a los hombres, muy pequeño será Ilamado en el reino de los
cielos.”
El que pertenece a
una iglesia que tiene en poco los mandamientos de Cristo, y aún quebranta
algunos de ellos, forzosamente presta su influencia a “enseriar a los hombres
así.” Al hacer esto, se coloca a sí mismo en el renglón de aquellos, de quienes
Cristo dijo que serían Ilamados “muy pequeños en el reino de los cielos.” La
cuestión de tu afiliación eclesiástica es una cosa que algún día, cuando
comparezcas delante del tribunal de Cristo, tendrás que justificar. Vale la pena
hacer lo correcto en este asunto, cueste lo que cueste, y digan lo que
digan.
Este servidor ha
tratado de presentar la verdad, en lo que se refiere a la cuestión de la
iglesia, en este libro, de una manera franca y sencilla.
Su propósito ha
sido el de capacitarles a los que leen, para que puedan conocer su deber en el
asunto de cuál debe ser la iglesia a que se debe pertenecer. Ahora, en cuanto a
lo que tú HAGAS en lo que ya sabes ser lo correcto - ese es un asunto en que tú
serás responsable, no delante de este servidor, sino delante del Señor.
“Y al que sabe
hacer lo bueno, ´ no lo hace, le es pecado. “ (Santiago 4:17).