CAPITULO
I
INTRODUCTORIO
Hay pocas cosas que
gozan de tantas ideas falsas y opiniones herejes como la iglesia. Mucha gente
mantiene obstinadamente una teoría acerca de la iglesia que es totalmente
diferente a las plenas enseñanzas de las Escrituras. Hay quienes mantienen
estas teorías falsas sin culpa, siendo el caso que nunca han estudiado a fondo
la cuestión de la iglesia. Pero se teme que hay otros que las mantienen por el
motivo de que éstas se encajan con su sistema eclesiástico, y el renunciarlas
traería como consecuencia una revolución en su vida, que a la vez involucraría
un cambio en su afiliación eclesiástica.
Debido a una
negligencia tocante a la doctrina de la iglesia, pensamientos flojos e ideas
erróneas tocante a lo que propiamente constituye una iglesia novotestamentana,
muchos tienen a la iglesia en poca estima. No es, para ellos, tan alta y
sagrada como debe ser. No es, para ellos, la institución divina que supera a
todas las organizaciones e instituciones de los hombres. No es raro que se
encuentre una que otra persona que estime a una logia. un club, una sociedad. u
otra organización parecida a la misma par de una iglesia. Y entre las numerosas
sectas y denominaciones que a sí mismas se llaman iglesias. la gente comúnmente
hace poca distinción. La idea popular es, que la una es tan buena como la otra,
sin tomar en cuenta si tiene, o si no tiene a Jesucristo como su Fundador y
Cabeza.
Entre aquellos que
mantienen ideas flojas y anti-bíblicas acerca de la iglesia se encontraba el
que escribe estas páginas. De igual manera que muchos otros, yo había recibido
mis ideas, por herencia algunas, y otras del modo corriente de pensar. Yo
recuerdo que a mí me cayó como un golpe cuando por primera vez oí que los
bautistas reclaman una identidad con la iglesia que Jesús estableció. Tal
reclamo me parecía a mí ser una expresión de jactancia y fanatismo
injustificables. Más tarde, al empezar a estudiar este asunto mis ideas tocante
a lo que constituye una iglesia verídica se estrecharon y llegaron a ser más
claras. A la luz de las enseñanzas de las Escrituras, la idea de la perpetuidad
de la iglesia, que al principio era tan repelente, llegó a ser cada vez más
razonable. Al fin para este servidor llegó a ser tan clara la cuestión de que,
si las Escrituras dicen la verdad, y si se puede confiar en la promesa de
Jesús, entonces la iglesia que Jesús fundó tiene que haber tenido una
continuidad de existencia a través de los siglos, y tiene que encontrarse en
alguna parte del mundo hoy día. Un estudio, cuidadoso de las Escrituras y de la
historia, juntamente con un estudio del origen y de las enseñanzas de las
diferentes denominaciones, ha servido para formar dentro de mí una convicción
casi tan fuerte como la vida misma. Esta convicción es, que la primerísima
iglesia que fue establecida era verdaderamente lo que hoy día se llamaría una
iglesia bautista, y que iglesias idénticas en forma y caracterizadas por las
mismas doctrinas y prácticas han existido desde el día en que fue establecida
la primera hasta la actualidad, y continuarán existiendo hasta que el Señor
venga otra vez.
Es el propósito de
este servidor apuntar en estas páginas algunas de las bases, tanto bíblicas
como históricas, sobre las cuales apoyo mis convicciones, y mostrar la
racionalidad y la honradez del reclamo de los bautistas de lo que generalmente
se denomina “perpetuidad eclesiástica.”
En este hilo de
pensamiento, una de las primeras preguntas que se surgen tiene que ver con
referencia a la importancia práctica de esta doctrina (pues pienso que se puede
calificar de doctrina la perpetuidad de la iglesia). Por cierto se ve la
importancia cuando tomamos en cuenta que la veracidad de la palabra de nuestro
Señor y la validez de Su promesa quedan en juego. Si la iglesia que Jesús
estableció no se hubiese perpetuado, resultaría que Su promesa hubiera fallado.
Y si ha fallado Su promesa tocante a la iglesia.;no es cierto que también
podrían fallar Sus promesas tocante a nuestra salvación y destino eterno
También, es
importante saber cual iglesia puede honradamente reclamar existir en
cumplimiento de la promesa de Cristo de perpetuidad, porque encontrar aquella
iglesia significa encontrar la única que es verídica. En un mundo lleno de toda
clase de así - llamadas iglesias. cada una manteniendo su propia doctrina
distintiva v sus reclamos. mucha gente queda en una confusión inextricable, y
no saben a cual iglesia acudir. Un conocimiento de la verdad tocante a la
perpetuidad despejará la confusión y sacará a la luz el deber del
cristiano.
Un entendimiento
adecuado de la promesa de Cristo tocante a la iglesia y el reconocimiento del
cumplimiento de la misma en aquellos que mantienen principios bautistas,
posiblemente hubiera prevenido la cismática condición del cristianismo hoy día.
Cristo prometió que Su iglesia no fallaría ni dejaría de existir. Toda
organización de así Ilamadas iglesias se basa en la suposición que Su promesa
fue quebrantada u que Su iglesia falló.
La doctrina de la
perpetuidad de la iglesia bautista siempre ha sido una doctrina ofensiva a los
de otras creencias, y eso es muy natural. Porque si se puede demostrar que las
iglesias bautistas son las genuinas iglesias de Cristo, entonces las iglesias
de otras creencias inmediatamente Ilegan a ocupar la posición de competidores a
las que tienen un origen divino. Sin embargo, no son solamente aquellos de
otras creencias los que encuentran esta doctrina ofensiva. En estos días
modernos de transigencia Y falta de convicciones, no es raro que uno descubra
algún bautista de tipo “unionista” o “indiferentista” que se sienta resentido
con esta doctrina bíblica. Yo recuerdo que un tal bautista de tendencias
paido-bautistas en cierta ocasión me regañó por mis opiniones tocante a la
perpetuidad eclesiástica, diciendo que no se podía probar históricamente que
las iglesias bautistas hayan continuado desde los días de Jesús hasta el
presente. Con los datos históricos que habían Ilegado a mi conocimiento frescos
en mi mente, contesté que yo tenía la firme convicción que ya se habían
producido suficientes pruebas históricas • como para dejar eso en claro. Le
dije entonces que la cuestión tenía más importancia que su fase histórica: que
era una cuestión bíblica mas bien que histórica. “Si tuviera” dije. “nada más
que la promesa de mi Maestro de perpetuar Su iglesia, eso sería suficiente para
hacerme creer en su existencia actual.” Dios en cierta ocasión hizo una promesa
asombrosa a Abraham, la cual parecería imposible de cumplimiento. De la fe de
Abraham Pablo dice: “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de
Dios...plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que
había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia.” (Rom.
4:30-73). ¿NO deberíamos nosotros tener la fe de Abraham? Cristo prometio
perpetuar Su iglesia.
¿No deberíamos
tener fe para creer que es “poderoso para hacer todo lo que había prometido”?
Tratando la
cuestión de la perpetuidad de la iglesia, yo sé que sin duda encontraré a
algunos que son opuestos al término “perpetuidad.” Esta hostilidad ha sido
inducida por el mal uso v el abuso tan frecuentes en el empleo de este término.
De hecho hay tres palabras que frecuentemente han sido mal usadas en relación a
este asunto, que son: “sucesión,” ‘.continuidad,” Y ‘perpetuidad.” Como un
escritor lo explica, “Hay tres palabras usadas casi indistintamente en la
discusión de la historia eclesiástica, v.g.: ‘sucesión,’ ‘continuidad,’ y
‘perpetuidad.’ ninguna de estas palabras expresa la idea completa, pero cada
una es casi correcta, lo suficiente para una investigación honrada.” Sin
embargo, por motivo de la manera desorientadora en que muy a menudo se usa el
término perpetuidad, es aconsejable definir en el principio qué es lo que
queremos dar a entender, y lo que no con el uso del término en estas
páginas.
1.Cuando los
bautistas afirman su creencia en la perpetuidad de sus iglesias, no quieren
decir: que pueden trazar una SUCESION DE OBISPOS desde los días de los
apóstoles hasta el tiempo presente. La Iglesia Católica Romana basa su reclamo
de perpetuidad sobre una pretendida sucesión de obispos, o papas, como ellos
los califican. Así es que encontramos al Cardenal Gibbons diciendo (en la Fe de
Nuestros Padres, p. 93), “La Iglesia Católica enseña además que nuestro Señor
confirió en San Pedro el primer lugar de honor y jurisdicción en el gobierno de
Su iglesia entera, y que la misma supremacía espiritual siempre ha residido en
los papas, u Obispos de Roma, como sucesores de San Pedro. Consecuentemente,
para ser verdaderos seguidores de Cristo, todos los cristianos, tanto entre los
clérigos como también los laicos, deben estar en comunión con la sede de Roma,
donde reina Pedro en la persona de su sucesor.” Vale notar en esta conexión que
el reclamo de los católicos de perpetuidad falla por muchos motivos. Nos detenemos
para apenas mencionar brevemente cuatro de estos. Primero, su falta de alguna
buena base sobre la cual fundar su reclamo de la supremacía de Roma. Segundo,
la falta absoluta de pruebas, tanto bíblicas como históricas, de que Pedro
jamás haya sido el primer papa. Tercero, la enseñanza plena del Nuevo
Testamento, la cual impide la idea que Pedro haya ocupado el lugar de primacía,
en el sentido de ser el vice-gerente de Cristo y la cabeza de la iglesia.
Cuarto, la falta de una traza de evidencia histórica de que Pedro jamás haya
estado en Roma siquiera, y mucho menos que fuera el primer papa.
2. Los bautistas no
reclaman la perpetuidad sobre la base de una CADENA DE BAUTISMOS sucesiva y sin
roturas. Los oponentes de la perpetuidad bautista frecuentemente tratan
de invalidar los reclamos de los bautistas, diciendo que antes de asumir el
derecho de perpetuidad, sería necesario establecer sin lugar a dudas que en
ningún tiempo haya habido una rotura en la cadena de bautismos. Esto se surge
de un concepto falso acerca de la posición bautista, y lo que en realidad
constituye la perpetuidad.
3. Los bautistas no
reclaman la perpetuidad sobre la base de una cadena de IGLESIAS que suceden la
una a la otra en el sentido igual a como los reyes y los papas suceden el uno
al otro. El Dr. J. B. Moody expone esta verdad hábilmente cuando dice: “En el
sentido de los papas y reyes que suceden el uno al otro, no se debe usar la
palabra (perpetuidad) acerca de la historia bautista, porque una iglesia no
toma el lugar de otra. A veces una iglesia se muere como organización, y
algunos de los miembros pudieran organizar en el mismo lugar, o en otro, y de
esta manera una pudiera suceder a la otra. Pero esto apenas se involucra en la
discusión, excepto donde las iglesias hayan sido forzadas de lugar en lugar, o
de un país a otro. La iglesia en Jerusalén se multiplicó en las iglesias de
Judea, Samaria, etc., pero estas no sucedieron a la de Jerusalén, porque ésta
no había muerto, como en cambio es el caso cuando por motivo de la muerte los
reyes y los papas suceden uno a otro. Esa idea particular de suplantar, o sea
tomar el lugar de otra, debe ser eliminada.”
4. Los bautistas no
reclaman la perpetuidad sobre la base del NOMBRE BAUTISTA. No reclaman
que iglesias que Ilevan el nombre bautista hayan existido a través de todos los
siglos. Es cierto que los bautistas siempre han existido, pero con frecuencia
han sido Ilamados por otros nombres. Las iglesias del Nuevo Testamento en la
manera que han existido a través de los siglos han recibido sus nombres
usualmente de sus enemigos y perseguidores. Estos nombres les fueron dados como
términos de odio y desprecio. Se demostrará más adelante que los creyentes
novotestamentarios agrupados en iglesias novotestamentarias por acá y allá, Ilevaron
diferentes nombres en diferentes épocas, como los paulicianos, los bogomiles,
los valdenses, los anabaptistas, los catabautistas, etc., cada nombre dando
lugar a otro, hasta que en el día de hoy son mundialmente conocidos como
bautistas. La historia demuestra que las gentes de aquellas iglesias
novotestamentarias que se acaban de mencionar, aunque dispersadas por la
persecución, buscadas y ahuyentadas a las cuevas y escondites de la tierra,
conformaron en los puntos de doctrina esenciales a las enseñanzas del Nuevo
Testamento, y eran los progenitores de los bautistas de hoy día.
¿Qué, entonces,
significa la perpetuidad conforme el uso del término entre los bautistas?No estará fuera de
lugar citar dos o tres bautistas de renombre que han dado a este tema una más
que ordinaria atención. Entre lo escrito por el Dr. S.H. Ford, doctor en leyes,
de grata memoria, encontramos estas palabras:
“La sucesión entre
los bautistas no es una cadena eslabonada de iglesias o ministros, no
interrumpida y trazable hasta este día tan distante...La verdadera doctrina
defendible es que creyentes bautizados han existido en cada época desde cuando
Juan bautizaba en el Jordán, y que estos se han reunido, como congregaciones
bautizadas, en pacto y compañerismo siempre que alguna oportunidad se lo
permitiera.”
También del Dr. W.
A. Jarrell, doctor en divinidad, y autor de una obra muy convincente sobre la
perpetuidad eclesiástica, cito lo siguiente:
“Lo que los
bautistas quieren decir por ‘sucesión eclesiástica’ o perpetuidad eclesiástica,
es meramente esto: que nunca ha habido un día desde la organización de la
primera iglesia novotestamentaria, en el cual no existiera ninguna iglesia
genuina novotestamentaria en la tierra.”
Así como se indica
en las citas antes mencionadas los bautistas reclaman que la primera iglesia
novotestamentaria organizada por Jesús fue, en doctrina y práctica,
esencialmente igual a las iglesias bautistas de hoy día. Reclaman que no ha
habido ni un solo día desde que Jesús dio comienzo a aquella primera, en que no
haya existido tales iglesias para Ilevar el verdadero testimonio de El.
Reclaman que existen suficientes pruebas históricas como para demostrar que las
iglesias bautistas de hoy día tienen una conexión histórica directa con
aquellas del tiempo de los apóstoles. Creen que con el paso del tiempo se harán
más investigaciones en el campo de la historia eclesiástica hasta que la prueba
de su continuidad Ilegue a ser tan irresistible que ningún historiador
eclesiástico podrá negarlo razonablemente. Mantienen, sobre la autoridad de la
Palabra de Dios y la historia confiable, no solamente que las iglesias del
Nuevo Testamento eran lo que se Ilamarían iglesias bautistas hoy día, y que los
bautistas son los descendientes, históricamente hablando, de aquellas mismas
novotestamentarias, sino que también mantienen que iglesias bautistas
continuarán existiendo hasta que el Maestro venga otra vez a esta tierra.